-Y no obstante siempre caminamos al encuentro de … , aunque sepamos que nada ni nadie nos aguarde. Andamos sin dirección fija pero con un fin (¿cuál?).
-Volver a caminar, ir de nuevo al encuentro.
-No es lícito proyectar nuestros sentimientos en las cosas ni atribuirles nuestras sensaciones y pasiones. ¿Tampoco lo será ver en ellas una guía, una doctrina de vida? Aprender el arte de la inmovilidad en la agitación del torbellino, aprender a quedarse quieto y a ser transparente como esa luz fija en medio de los ramajes frenéticos.
-La fijeza es siempre momentánea. Es un equilibrio, a un tiempo precario y perfecto, que dura lo que dura un instante.
-La sabiduría no está en la fijeza ni en el cambio, sino en la dialéctica entre ellos. Constante ir y venir: la sabiduría está en lo instantáneo. En el tránsito. Pero apenas digo tránsito, se rompe el hechizo. El tránsito no es sabiduría sino un simple ir hacia … El tránsito se desvanece; sólo así es tránsito.
-Las cosas persisten bajo la humillación de la luz.
-No hay principio, no hay palabra original, cada una es una metafísica de otra palabra que es una metáfora de otra y así sucesivamente.
-Lo que no cambia es (siempre) movimiento
-Busca la ecuanimidad, el punto donde cesa la oposición entre la visión interior y la exterior, entre lo que vemos y lo que imaginamos.
-Me planto en este momento de inmovilidad: la hora es un bloque de tiempo puro.
-Maleza de líneas, figuras, formas, colores: los lazos de los trazos, los remolinos de color donde se anega el ojo, la sucesión de figuras enlazadas que se repiten en franjas horizontales y que extravían al entendimiento, como si renglón tras renglón el espacio se cubriese paulatinamente de letras, cada una distinta pero asociada a la siguiente de la misma manera y como si todas ellas, en sus diversas conjunciones, produjesen invariablemente la misma figura, la misma palabra. Y no obstante, en cada caso la figura (la palabra) posee una significación distinta. Distinta y la misma.
-La algarabía humana es el viento que se sabe viento, el lenguaje que se sabe lenguaje y por el cual el animal humano sabe que está vivo y, al saberlo, aprende a morir.
-Con todos estoy desterrado de mí mismo; a solas, estoy en mi todo.
-Desde el principio caigo en mí y sigo cayendo.
-Yo siempre voy adonde estoy, yo nunca llego adonde soy.
-El poeta no es el que nombra las cosas, sino el que disuelve su nombre.
-Claridad final e imparcial de ese momento de transparencia en que las cosas se vuelven presencias y coinciden con ellas mismas.
-Toda la paulatina petrificación del lenguaje que ya no significa, sólo dice.
-Y a medida que la noche se acumula en mi ventana, yo siento que no soy de aquí, sino de allá, de ese mundo que acaba por borrarse y aguarda la resurrección del alba. De allá vengo, de allá venimos todos y allá hemos de volver. Fascinación por el otro lado, seducción de la vertiente no humana del universo: perder el nombre, perder la medida.
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