24 nov 2009

-Y no obstante siempre caminamos al encuentro de … , aunque sepamos que nada ni nadie nos aguarde. Andamos sin dirección fija pero con un fin (¿cuál?).


-Volver a caminar, ir de nuevo al encuentro.

-No es lícito proyectar nuestros sentimientos en las cosas ni atribuirles nuestras sensaciones y pasiones. ¿Tampoco lo será ver en ellas una guía, una doctrina de vida? Aprender el arte de la inmovilidad en la agitación del torbellino, aprender a quedarse quieto y a ser transparente como esa luz fija en medio de los ramajes frenéticos.

-La fijeza es siempre momentánea. Es un equilibrio, a un tiempo precario y perfecto, que dura lo que dura un instante.

-La sabiduría no está en la fijeza ni en el cambio, sino en la dialéctica entre ellos. Constante ir y venir: la sabiduría está en lo instantáneo. En el tránsito. Pero apenas digo tránsito, se rompe el hechizo. El tránsito no es sabiduría sino un simple ir hacia … El tránsito se desvanece; sólo así es tránsito.

-Las cosas persisten bajo la humillación de la luz.

-No hay principio, no hay palabra original, cada una es una metafísica de otra palabra que es una metáfora de otra y así sucesivamente.

-Lo que no cambia es (siempre) movimiento

-Busca la ecuanimidad, el punto donde cesa la oposición entre la visión interior y la exterior, entre lo que vemos y lo que imaginamos.

-Me planto en este momento de inmovilidad: la hora es un bloque de tiempo puro.

-Maleza de líneas, figuras, formas, colores: los lazos de los trazos, los remolinos de color donde se anega el ojo, la sucesión de figuras enlazadas que se repiten en franjas horizontales y que extravían al entendimiento, como si renglón tras renglón el espacio se cubriese paulatinamente de letras, cada una distinta pero asociada a la siguiente de la misma manera y como si todas ellas, en sus diversas conjunciones, produjesen invariablemente la misma figura, la misma palabra. Y no obstante, en cada caso la figura (la palabra) posee una significación distinta. Distinta y la misma.

-La algarabía humana es el viento que se sabe viento, el lenguaje que se sabe lenguaje y por el cual el animal humano sabe que está vivo y, al saberlo, aprende a morir.

-Con todos estoy desterrado de mí mismo; a solas, estoy en mi todo.

-Desde el principio caigo en mí y sigo cayendo.

-Yo siempre voy adonde estoy, yo nunca llego adonde soy.

-El poeta no es el que nombra las cosas, sino el que disuelve su nombre.

-Claridad final e imparcial de ese momento de transparencia en que las cosas se vuelven presencias y coinciden con ellas mismas.

-Toda la paulatina petrificación del lenguaje que ya no significa, sólo dice.

-Y a medida que la noche se acumula en mi ventana, yo siento que no soy de aquí, sino de allá, de ese mundo que acaba por borrarse y aguarda la resurrección del alba. De allá vengo, de allá venimos todos y allá hemos de volver. Fascinación por el otro lado, seducción de la vertiente no humana del universo: perder el nombre, perder la medida.

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