La vida del hombre es un entre, y los extremos —la nada del antes y la nada del después— no le pertenecen. El análisis de Heidegger muestra que el ser que somos cada uno de nosotros se interpreta como esa pura tensión del pasado, presente y futuro que nos constituye.Somos temporalidad, por eso el tiempo se revela como horizonte de comprensión del ser. El ser no es permanente presencia como suponía la tradición metafísica occidental, sino advenir o acontecer. Asumir la temporalidad que somos sin subterfugios ni distracciones es lo que nos permitiría apropiarnos realmente de un destino auténtico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario